viernes, 30 de diciembre de 2011

CUANDO LOS GOBIERNOS CONDENAN A MUERTE ESPACIOS DE VIDA. NO AL ATC EN VILLAR DE CAÑAS NI EN NINGÚN SITIO








El segundo Consejo de Ministros del flamante Gobierno del Partido Popular, ha dejado caer la espada de Damocles del ATC sobre Villar de Cañas y su entorno. Sólo ha tenido que “apretar el botón” de un proceso que le ha servido en bandeja el anterior gobierno del PSOE. Y es que, para complacer al lobby nuclear y maltratar a la Tierra y a sus gentes, ambos gobiernos son iguales. Ecologistas en Acción de Albacete (EeA-Ab) y la Asociación para la Conservación de los Ecosistemas de La Manchuela (ACEM) siempre lo hemos tenido claro: “Nucleares NO, ATC tampoco. Ni en Zarra, ni en ninguna parte”. Todo pasa por comenzar a desmantelar las nucleares que están funcionando en la actualidad, y así, evitar el problema de raíz: no generar residuos nucleares de alta actividad y por lo tanto prescindir del ATC.
Desgraciadamente, algunos de los colectivos anti ATC del Estado español han incidido mucho en “no en mi tierra”, pero poco o nada en “no en ninguna parte”. Si postulamos el cierre de centrales nucleares, eso va de la mano de comenzar a reducir el consumo de energía, en línea con el “Decrecimiento”, implica vivir mejor utilizando menos energía y además más limpia.
La descolonización de la ideología dominante supone un cambio de valores y un cambio radical de las relaciones sociales de producción y de distribución. La mayor parte de las cosas que afectan a las personas se gestionan a nivel micro-territorial. Hay que revalorizar lo local y caminar hacia sistemas energéticos descentralizados, que chocan frontalmente contra el modelo nuclear.
Nuestros antepasados resolvieron con más sentido común y justicia ambiental e intergeneracional la necesidad humana básica de utilizar energía para dar calor (leña), para trabajar el campo (tracción animal), para fertilizar la tierra (estiércol animal), para la movilidad (caminando o en burro), etc…siempre mediante sistemas respetuosos con la Naturaleza y bajo control de las comunidades locales. No se trata de volver atrás, sino de adaptar la tecnología actual según la sabiduría tradicional. La Tierra se pisa sin pisotearla, se respiran los aromas de sus campos sin contaminarlos, se bebe de sus fuentes limpias sin secarlas, se sube a sus puntales y se desciende a sus vallejos, nos esperanzamos contemplando multitud de bichos, matojos y el brezo en flor.
La relocalización energética supone producir energía localmente mediante diferentes tecnologías que cubren las necesidades locales y se financian con ahorro local. ¿Cómo conseguirlo?. Cuando se consideren los costes sociales y medioambientales de la energía nuclear y térmica convencional se relocalizarán muchas actividades generadoras de energía. El sector de las energías renovables se adapta al principio de la producción/consumo local.
Las necesidades energéticas son construcciones culturales e históricas y por eso es fundamental orientar la creación de necesidades del futuro en la buena dirección, basadas en la “sobriedad”. La diversidad de las culturas y las soluciones adaptadas localmente es la condición de un comercio social pacífico. Lo contrario, la homogeneización cultural y la globalización económica, abre la puerta a la rapiña global, y a ATC’s de miseria.
Ahora se inicia la verdadera lucha contra el pisoteo de nuestra Tierra por gentes e intereses que no la aman, y que sólo buscan en ella acrecentar sus fortunas. Gentes del entorno de Villar de Cañas, de Cuenca, de Castilla-La Mancha y del resto del Estado vamos a comenzar a manifestarnos y a oponernos pacífica y unitariamente contra esta tropelía, que no es más que otro coletazo final de este capitalismo terminal, insaciable en destrozar vidas y espacios. Este peligro que se cierne sobre el futuro nos refuerza en nuestras convicciones para la defensa de nuestra Madre Tierra, la de nuestras abuelas, la de nuestras hijas y la de nuestras nietas, y no pararemos hasta poner patas arriba los desatinos y los sueños delirantes del gran capital especulador y esquilmador, y de los gobiernos cómplices, que quieren convertir nuestra tierra en un basurero nuclear.
¡¡Contra la tiranía y por la vida. No al ATC en ninguna parte!!.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

¿Debería España salir del euro? Aclarando dudas (II)









El viernes de la semana pasada publiqué un artículo en el que a la pregunta de más arriba contestaba con “Cuanto antes, es tarde”. A continuación paso a contestar los muchos comentarios que ha suscitado, buena parte de ellos planteando dudas sobre su conveniencia.

Lo primero de todo es señalar mi coincidencia con quienes piensan que lo mejor sería “cambiar las cosas desde dentro del euro” (caso de Miguel Otero, de ATTAC España http://www.attac.tv/altermedia/2011/12/2495 ). Pero, como eso no es así, como no se están acometiendo en la Eurozona los cambios en profundidad que afecten a la actual estructura que sustenta al sistema financiero y monetario, es por lo que apuesto por la ruptura, e intentarlo al margen. España no sería el primer ni el último estado de la Unión Europea (sí, dentro de la UE, pero fuera de la Eurozona) que funcionaría con su moneda propia. Una cosa muy importante: lo relevante no es tanto la moneda en sí, como el conjunto de reglas que hay detrás y el correspondiente margen de maniobra que ello permite a los gobiernos para enfrentar crisis como la que nos ocupa. Otra cosa más. Los cambios que requiere la implantación de una nueva moneda son complejos, y requerirían un análisis profundo y exhaustivo para preparar todo un conjunto de regulaciones que eviten distorsiones y males mayores. Regulaciones que en los últimos años hemos desterrado a favor de la liberalización y de los magnates de las finanzas. Las mismas que ahora debemos recuperar porque son imprescindibles para ordenar nuestra convivencia garantizando valores como la justicia y la dignidad.


Uno de los comentarios dejados en mi blog, firmado por Juan Manuel, afirma que “Volver a la peseta sería la solución si fuéramos autosuficientes en recursos, pero con la enorme dependencia que tenemos del petróleo,…”. Mi reflexión va de la mano, también, de introducir cambios radicales en el metabolismo energético de nuestras sociedades. Seguir devorando petróleo al ritmo actual es un crimen contra la humanidad. Su encarecimiento por la reducción de su producción, por vaivenes especulativos y/o por la hipotética depreciación de la nueva peseta, bien mirado sería una bendición si arrastrara tras de sí políticas serias de apoyo a energías alternativas de generación y distribución descentralizada, que confieran mayor independencia y autonomía a la ciudadanía respecto a las multinacionales energéticas.

Otro comentario, en este caso de Antonio, señala que leyó en El País lo siguiente: "Con todo, el bloqueo de depósitos o la restricción para disponer de fondos sería una broma infantil comparada con el efecto devastador que tendría la desaparición del euro y la conversión obligatoria de nuestros ahorros a pesetas (…) los depósitos y las deudas pasarían a denominarse automáticamente en pesetas pero con una pérdida general de valor. Los últimos informes de UBS y Citigroup estiman que una reintroducción del dracma, la peseta o la lira conllevarían una devaluación de entre el 40% y el 60%, es decir, que de golpe los depositantes perderían en torno la mitad de sus ahorros." Mi opinión es que con argumentos como este se pretende meter más miedo en el cuerpo a la ciudadanía, para paralizarla y que asuma dócil y acríticamente medidas pensadas para seguir enriqueciendo a los causantes de todo este desaguisado. Todo depende de cómo las autoridades monetarias gestionen la transición del euro a la peseta. Si se decide retornar a la peseta al cambio por el que en su día se introdujo el euro (1 euro = 166,386 pts), todos los ahorros de la gente se consignarían en la nueva peseta. Hasta ahí, ningún sobresalto. Si a partir de ese momento la peseta comienza a depreciarse, lo que se produciría sería una pérdida de valor de los ahorros en la medida que nuestra capacidad de compra en el extranjero sería menor. Pero la capacidad de compra dentro de España no tendría porqué verse erosionada, si la inflación interna no experimenta subidas por encima de la revalorización de los salarios o de las rentas del capital (los tipos de interés con que se remuneran las cuentas de ahorro). Debe quedar claro que esa depreciación de los ahorros en un 40% sólo actuaría en el caso de aquellas personas que desarrollan sus actividades de consumo (muchas veces de carácter elitista y de lujo) principalmente en el extranjero, que ahora verían como sus ahorros les permitiría adquirir menos bienes de esta naturaleza. Y también afectaría negativamente a todos/as aquellos/as que se dedican al “antisocial” negocio de la especulación financiera, cambiando unas divisas por otras sólo para conseguir grandes ganancias sin desarrollar ninguna actividad productiva real. Éstos últimos son quienes ya están tomando posiciones, colocando su dinero en otras divisas distintas del euro, y desprendiéndose de la deuda pública soberana nominada en euros, con lo que fuerzan a la baja el precio de la deuda en los mercados secundarios y por lo tanto aumentan la rentabilidad de la misma, obligando a pagar mayores tipos de interés por las nuevas emisiones (prima de riesgo). Actuando así empujan más hacia el abismo a las economías periféricas de la zona euro. ¿Hay que tener consideración hacia los intereses de este tipo de personas cuando nos planteamos abandonar el euro?.


Un comentario Anónimo afirma que “el "post" es muy bonito pero utópico... Continuo sin ver cómo salir del euro puede ayudar (…) ¿No podemos hacer eso "estando" en el euro?” En el mismo sentido, mi amigo y compañero Ángel afirma “La única pega que le veo es que las políticas que propones, técnicamente se podrían llevar a cabo desde la Unión Europea, si quisiesen. Otra cosa es si quieren o no. Es decir, no solo son factibles saliendo del euro y encerrándonos en España. Es más, ¿saliéndonos del euro garantiza que todo eso se va a hacer? Yo no lo tengo claro.” Vuelvo a señalar que seguir en el euro, según los acuerdos del Consejo Europeo, implica continuar atados de pies y manos para romper el círculo vicioso de aumento de la carga de la deuda, empeoramiento de condiciones laborales, reducción de salarios, caída de la actividad económica, reducción de ingresos impositivos y consolidación fiscal por el lado de los gastos, lo que nos condena a la regresión y subdesarrollo de las políticas sociales.

Mi compañero Fernando del Amo, de ATTAC Toledo, expone los siguientes argumentos. “Es cierto que la situación actual y del futuro es muy grave, pero esto no implica que si saliéramos del euro estaríamos mejor (…) Pero devaluar tiene efectos negativos (…):
- Como sabemos España es un país endeudado hasta las cejas. Es cierto que la mayor parte de la deuda es privada, de las entidades bancarias, empresas promotoras inmobiliarias, familias y además la deuda pública. Toda la deuda está en euros y pagarla en pesetas nos saldría mucho más cara.
- De acuerdo que saldrían capitales a mansalva especulativos (¿es que en el casino hay otros?). La salida de capitales y su cambio por divisas haría bajar aún más el valor de la peseta. La solución sería aumentar los tipos de interés, también como medio de frenar la inflación. Subir los tipos de interés sería una ruina para la masa de hipotecados con tipos de interés variable”.

En cuanto a los dos argumentos anteriores de Fernando, mencionar lo siguiente. Respecto a que hay que devolver la deuda en euros, eso sólo sería en el caso de la deuda pública y privada concertada en los mercados internacionales, pero no tendría que ser así para la deuda adquirida por residentes de un país o los préstamos pedidos por las familias a las entidades financieras nacionales, en cuyo caso se convertiría en pesetas. Además, ello podría ir de la mano de una quita de la deuda (reducción de su monto consensuado o no con los acreedores) y de una auditoría de la deuda para que los verdaderos beneficiados por la misma (las entidades financieras rescatadas) sean quienes la paguen en última instancia. Por otro lado, habría que evitar la salida de capitales estableciendo restricciones a su libre movimiento, y no sería preciso subir los tipos de interés hasta en tanto no se percibieran tensiones inflacionistas con origen en un exceso de demanda, lo cual no es probable que ocurra en tanto no se salga de la recesión. También habría que establecer mecanismos para que los tipos de interés de préstamos hipotecarios no quedaran expuestos a alzas excesivas de los tipos de interés. En este sentido, podría explorarse la posibilidad de reinstaurar un banco público de crédito hipotecario que refinanciara en mejores condiciones aquellos préstamos imposibles de asumir por las familias ante circunstancias sobrevenidas asociadas a la crisis.

Fernando del Amo también apunta que “De acuerdo en que necesitamos vivir de otra manera, reducir nuestro nivel de derroche, de consumismo y que el decrecimiento y el buen vivir son objetivos hacia los que encaminarse, pero empobrecer de forma rápida y traumática a la gente no significa ir hacia un decrecimiento”. Desde mi punto de vista, entrar en una senda de decrecimiento no tiene porqué empobrecer a la mayor parte de la población. Se trata de avanzar hacia una nueva manera de vivir, desmercantilizando en parte la satisfacción de las necesidades básicas, y por tanto, liberando a las personas del endeudamiento de por vida. Se trata de un cambio de modelo en su conjunto, de sus valores y objetivos, y comenzar por lo relativo a una nueva ética monetaria y financiera es un paso adelante en esta dirección. El dinero cumple la función social de facilitar la actividad económica que en última instancia permite a la gente vivir mejor. Su gestión no puede seguir dejándose en manos de banqueros y especuladores sin escrúpulos.

Mi compañera Carmen, de ATTAC Madrid, escribe “Sólo hay un detalle de tu manifiesto, no menor, que no respaldo; si yo tuviera que decidir esta salida ni por lo más remoto dejaría que se fueran los capitales”. De acuerdo. Pero si algunos con anterioridad ya hubieran salido al barruntar el retorno a la peseta o simplemente por haber cambiado sus posiciones de euros a otras divisas (ante el temor de depreciación del euro), no permitiría después su entrada para culminar su jugada especulativa al aprovecharse de la variación del tipo de cambio. En el nuevo escenario, la financiación de la economía real (empresas productivas y familias) no quedaría en manos de bancos privados, sino de bancos públicos y cooperativas de crédito pegadas al territorio.

Mi buen amigo Jaime Royo, de Alatoz, en la Tierra de Jorquera y Ves, apunta “Salir del euro (…) doblaría la carga financiera al Estado, particulares y empresas. El choque podría ser brutal y entonces lo peor, ocurriría con adelanto”. Efectivamente, salir del euro supondría algún que otro contratiempo, pero continuar dentro de él, con las imposiciones que acaba de señalar el Consejo Europeo, no tiene porqué ser una opción mejor. Lo de la carga financiera pienso que también es discutible, pues una banca pública y cooperativa adecuadamente fomentada haría saltar el actual monopolio de los grandes bancos. Ya se que todo esto es muy difícil de instrumentar conforme está el patio, pero ¿quién iba a imaginar hace un año que el propio Rajoy pediría al BCE que comprara deuda masiva y directamente a los Estados en apuros y no en los mercados secundarios?. Pues ya lo ha hecho.

Las medidas que hoy nos parecen imposibles de aplicar, serán más factibles de llevarse a cabo cuando empeore la situación, con el agravante de que conforme pasa el tiempo sin actuar de manera contundente nos acercamos más al colapso.

viernes, 9 de diciembre de 2011

¿Debería España salir del euro? Cuanto antes, es tarde (I)





Tras la reunión del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo y del Consejo de la UE de los días 8 y 9 de diciembre de 2011, continuar dentro de la moneda común sólo traerá más desigualdades y fracturas sociales

Hay quienes dicen que una salida del euro de España en el contexto de la actual crisis sería un desastre. Sin embargo, los/as que así se manifiestan no suelen calificar de desastre lo que YA está aconteciendo como consecuencia de seguir aferrados a toda costa al euro y a sus reglas: las nulas esperanzas de millones de trabajadores/as de encontrar un empleo, la quiebra generalizada de administraciones públicas y los servicios que hasta ahora venían prestando, el miedo creciente de la gente a su futuro inmediato, el poder absoluto de los magnates de las finanzas gracias a la connivencia de políticos cómplices, el aumento de la represión policial para frenar las ansias de ciudadanía de la gente indignada, el pisoteo de derechos sociales porque la estabilidad presupuestaria se impone a las personas,...

Toda esta cruda realidad se ha gestado, ha irrumpido y se está propagando gracias a una moneda única pensada y estructurada para mayor gloria de los bancos. Límites estrictos al déficit público y a la manera de financiarlo exclusivamente a través de los bancos privados y fondos de inversión especulativos. Un Banco Central Europeo (BCE) que se abre de par en par y ofrece créditos en barra libre a estos mismos bancos, mientras que se cierra a cal y canto a la hora de facilitar financiación a la economía real: pequeñas empresas, familias y administraciones públicas. Instituciones de la Unión Europea que, de acuerdo con su tradición de mercaderes más mezquina, no quieren ni oír hablar de fiscalidad justa ni de políticas redistributivas que permitan reforzar la solidaridad e invertir las vergonzosas desigualdades sociales.

Así, después de los resultados decepcionantes del Consejo de Gobierno del BCE y del Consejo de la UE, aliñados con los flirteos de ambas instituciones con el Fondo Monetario Internacional, la agonía del euro se prolonga, y se lastran con ruedas de molino las esperanzas de quienes más están sufriendo las consecuencias de la crisis. Por ello, ante este panorama desolador, cualquier alternativa se presenta como digna de estudio y de posible aplicación.

Salir del euro implica, sobre todo, recuperar instrumentos de política económica que tradicionalmente tenían los estados de la UE, y de los que hoy incluso siguen disponiendo EE.UU, Reino Unido, China y la mayor parte de los estados del mundo. Me refiero a utilizar la política monetaria y financiera para favorecer la consecución de objetivos como el impulso de la actividad económica dirigida a satisfacer las necesidades básicas de la ciudadanía (vía tipos de interés y tipos de cambio). También pasa por recuperar el control ciudadano de los mercados financieros y de las instituciones que operan en ellos, avanzando en el impulso y consolidación de una banca pública y cooperativa que atienda con criterios sociales aquellos ámbitos básicos de la vida que la banca privada deja de lado o bien atiende con criterios de usura.

Salir del euro implica, expulsar (bueno, saldrán ellos solos en estampida) a todos los capitales especulativos que ante el temor de una devaluación de la nueva peseta, buscarán evitar una pérdida patrimonial. Perfecto. Una vez que hayan salido, no hay que dejarles entrar de nuevo. Hay que imponer férreos controles de movimientos de capital para evitar que la especulación continúe con sus estragos, teniendo claro que ello (los controles de capital) fue la norma en todos los países desde el final de la II Guerra Mundial hasta los años 80 del siglo XX, en que el pensamiento único neoliberal puso precio a todo, de la mano de legislaciones desreguladoras y liberalizadoras, que favorecieron la concentración del poder y la privatización y desmantelamiento de lo público.

Salir del euro implica, reconocer la falacia y la inviabilidad del crecimiento económico como solución a los males sociales y ambientales de nuestras sociedades. Frente a un mercado global y un mundo en venta, es preciso apostar por relaciones sociales y económicas de cercanía donde, superado cierto nivel básico, más producción y consumo no es mejor. En definitiva, desenmascarar el mito del crecimiento económico y comenzar a transitar por las sendas que nos propone “el decrecimiento” y/o “el buen vivir”. De las dos funciones básicas del dinero, medio de cambio y depósito de valor, sólo debería protegerse la primera, y la segunda, ligada a la acumulación de riqueza y a la especulación financiera, debería restringirse severamente.

Salir del euro implica, rechazar la pertenencia a un club de países que se rige mediante normas fijadas por los grandes lobbies empresariales y financieros, donde dos estados marcan la estela a seguir y el resto aprueba acríticamente. Y si a algún gobierno se le ocurre cuestionarlas, se ejecuta un golpe de estado a partes iguales entre especuladores e instituciones económicas internacionales, y se ponen en el poder un grupo de “tecnócratas” bien adiestrados, con una amplia experiencia al servicio de la bestia financiera.

Salir del euro implica, tomar las riendas de nuestro propio destino. Asumir que se va a producir un fuerte choque con colapso incluido (en línea con el que ya está teniendo lugar), pero que podemos aprovechar el momento para impulsar de raíz un cambio de envergadura, no cosmético, en línea con la profundidad y la gravedad de la crisis sistémica en la que estamos inmersos.

Pero como cabe pensar que el próximo gobierno del PP no se va a sumar al cambio al que invitan estas propuestas, y además no hay tiempo que perder, toca a la gente, organizada en pequeñas comunidades, comenzar a vivir de otra manera. Sin perder de vista lo que ocurre en las altas instancias de gobierno, sin dejar de luchar en la calle por cambios globales, pero comenzando ya a transformar lo más cercano, lo local, comenzando por nosotros/as mismos/as, uniendo inquietudes y respuestas. No hay excusa. La desunión en estos momentos es un lujo que sólo podrían permitirse los ricos, y ni ellos la practican.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Hay alternativas en Castilla-La Mancha: políticas para las personas, no para los especuladores








Sólo voy a dedicar una docena de palabras para definir las políticas que está llevando a cabo el Gobierno del Partido Popular en Castilla-La Mancha: Meter miedo, liquidar derechos sociales, ampliar el negocio de los mercados especulativos. Lo mismo que ha hecho el Gobierno del PSOE en el Estado español, y lo mismo que va a comenzar a hacer su sustituto del PP en los próximos días.

Y ya no hay que perder más tiempo con ello. Lo que me interesa resaltar ahora es que, tanto para el Gobierno de España como para el Gobierno de Castilla-La Mancha, existen alternativas factibles hacia horizontes de más igualdad y solidaridad. Sólo hay que poner en marcha otras políticas, radicalmente distintas a las que hasta ahora se han asumido a pies juntillas como dogmas de fe. Ya nadie duda de que las medidas aplicadas hasta ahora han agravado la situación, por lo que seguir en la misma línea es avanzar hacia el precipicio.

No podemos quedarnos paralizados/as muertos/as de miedo y diciendo: “Bueno, es que no hay otra opción. Los de atrás lo han dejado todo manga por hombro y ahora hay que poner orden”. Los de antes y los de ahora, si realmente les preocupara la gente de a pie, se hubieran esforzado en no asumir el destino negro que nos pintan, y en rebelarse ante imposiciones “técnicas” que sólo buscan hundir más a la gente humilde y encumbrar a los delincuentes financieros. Cuando un sistema no nos vale, cuando se reproduce a costa del dolor y el sufrimiento de mucha gente, toca cambiarlo, organizarnos social y políticamente de otra manera, para que sea posible lo justo, para perseguir la sinvergonzonería.

Ni un paso atrás en los derechos de la gente. Muchos pasos adelante en organizar un sistema fiscal progresivo, que fortalezca la capacidad financiera del Estado para garantizar lo público, a través de impuestos a los que más tienen y de bancos centrales y bancos públicos con la tarea de financiar los derechos sociales y a las pequeñas empresas como única encomienda.

- Subir el tipo impositivo máximo en el IRPF desde el 44-45% actual hasta el 56% que había en 1978, cuando se creó este impuesto. Los sucesivos gobiernos del PSOE y el PP decidieron que los ricos pagaran menos impuestos, y en momentos como este “falta dinero por todos lados”. Esa subida del 11-12% permitiría un aumento de la recaudación sustancial, y por tanto, desterrar los recortes. Ese aumento del tipo impositivo del IRPF sólo afectaría a las familias con una renta anual superior a los 120.000 euros, por lo que podrían hacer frente a estos mayores impuestos sin ningún problema.

- Eliminar la bonificación del 95% en el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, que fue introducida por el anterior Gobierno del PSOE de Castilla-La Mancha en 2008, lo que permitiría aumentar la recaudación en unos 50 millones de euros/año.

- Aumentar el tipo impositivo al que tributan las SICAV (Sociedades Anónimas de Inversión Colectiva, con un capital mínimo de 2.400.000 euros), pasando del actual 1% al 25%. En general, introducir un tipo de gravamen único para las rentas del capital equivalente al tipo marginal de las rentas del trabajo de cada contribuyente. Un ejemplo: en el caso de dos familias con igual renta, una procedente del capital y otra del trabajo, aquella cuya renta procede del capital tiene una tributación mucho más favorable, lo cual es injusto e incentivador de la especulación.

- Volver a introducir el Impuesto de Patrimonio, que fue suprimido por el Gobierno del PSOE de España en 2008, y que suponía una recaudación de 2.000 millones de euros/año.

- Eliminación de la desgravación fiscal por planes de pensiones privados, que permitiría aumentar la recaudación impositiva del Estado entre 1.500 y 2.000 millones de euros/año.

- Implantar un nuevo Impuesto a las Transacciones Financieras Especulativas, con finalidad disuasoria, es decir, tratando de impedir que se lleven a cabo movimientos de capital que sólo buscan grandes ganancias a corto plazo, aunque sea a costa de llevarse por delante a la economía real, esa que produce bienes y servicios básicos para la gente.

- Implantar un nuevo Impuesto sobre los Beneficios de los Bancos, que a pesar de todo, en estos años de crisis han mantenido unos beneficios absolutamente inmorales, a la par que no han tenido la más mínima contemplación para cerrar el grifo del crédito y para dejar a miles de familias en la calle.

- Y lo más importante y urgente en estos momentos, que las necesidades de financiación de las administraciones públicas no estén maniatadas por el Pacto de Estabilidad de la Unión Europea, que restringe el déficit, el endeudamiento y la forma de financiarlo. Frente a unos bancos privados que se han quedado en exclusiva el negocio mafioso de financiar con usura a los Estados, volver a controlar las finanzas y el dinero por parte de la ciudadanía, con bancos centrales sensibles a las necesidades de la gente, para que no falten euros o pesetas que financien servicios esenciales para la ciudadanía. Y digo pesetas…porque si el euro nos lleva por la senda del autoritarismo disfrazado de gobiernos tecnócratas y el empobrecimiento por decreto, volvemos a la peseta, recuperamos autonomía e intentamos tomar las riendas de nuestro destino, que por complicado que se presente, no podrá serlo mucho más que el que ahora se dibuja en las dos Eurozonas: la rica y la pobre.


Con la excusa de que no se pueden mantener los servicios públicos, se procede a privatizar su gestión, y así se amplían las posibilidades de negocio de grandes empresas que operan con criterios de maximización de beneficios privados a toda costa. Y si todos/as sabemos a dónde nos ha llevado este criterio en el caso de los bancos y cajas, imaginemos lo que se avecina ahora dejando campar a sus anchas a estas grandes empresas, que como la experiencia reciente nos ha mostrado, han ido de la mano de corrupciones políticas de todo tipo, color y condición, estableciendo relaciones de connivencia con responsables políticos, y operando a través de paraísos fiscales para “no dejar huella” del fraude.

Y mientras tanto, los municipios, la administración pública más antigua y más cercana a la ciudadanía, están en quiebra. Con un reguero de deudas que asfixian a trabajadores/as públicos, proveedores y ciudadanos/as que utilizan los servicios públicos. Los gobiernos estatal y regional, salientes y entrantes, no han hecho nada en 32 años de período constitucional para sentar las bases de su suficiencia financiera, es decir, de su independencia política. Las municipios han sido utilizados como marionetas por élites políticas para prestar servicios que correspondían a otras administraciones en régimen de “pedir y ya veremos lo que se os da”, y ahora, sin dinero, quedan en el más absoluto desamparo.

Con el rumbo que ha definido el actual Gobierno del PP de Castilla-La Mancha, tras la estela de los postulados y principios marcados por la Unión Europea y el Gobierno de España, avanzamos sin remedio a una situación de darwinismo social. Es decir, sálvese el que pueda, procurándose privadamente servicios como la educación, la salud, la vivienda, las pensiones…. ¿Y los que no puedan? Pues a la calle, en el sentido más cívico y democrático de la palabra. A impedir que el PP de Castilla-La Mancha, con el 36% de los votos sobre el total del censo electoral en las pasadas elecciones autonómicas, lleve a cabo políticas contra el 99% de la población, ni contra el 64% del censo electoral que no le votó. Lo primero de todo, defender y reinventar la democracia.